En la antigüedad, en los países nórdicos, los gobernadores de las comarcas, por su condición de tal, podían seleccionar a las mujeres con las que deseaban intimar. Cuando esto se producía, la puerta de la casa donde se encontraba el gobernador con la mujer seleccionada era adornada con los cuernos del alce, en señal de su presencia.
Si la mujer estaba casada, su marido mostraba felizmente a sus vecinos el adorno, puesto que representaba un orgullo que el gobernador estuviese allí.
miércoles, 14 de abril de 2010
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